¿Qué es la obesidad infantil?

El control de la dieta y la actividad física es fundamental para prevenir la obesidad infantil

Obesidad infantil

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La obesidad infantil ocurre cuando un niño menor de 12 años tiene sobrepeso para su edad y altura. El diagnóstico generalmente se basa en el índice de masa corporal (IMC); algunas calculadoras ayudan a los padres a tener una idea. La obesidad en los niños puede afectar enormemente su vida, además de desencadenar otros problemas de salud, como diabetes, colesterol alto e hipertensión. Por lo tanto, cuanto antes se haga este diagnóstico y comience el tratamiento, mejor.

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Causas de la obesidad infantil

La obesidad infantil puede tener varias causas, a menudo combinando más de una de ellas. Algunos son:

  • Factores genéticos: los padres obesos suelen tener hijos con este problema. En otras situaciones, como padres e hijos generalmente tienen la misma rutina, el problema afecta a todos;
  • Mala alimentación: comer demasiadas grasas, carbohidratos, azúcar y sodio es un gran paso hacia la obesidad infantil;
  • Estilo de vida sedentario: la falta de ejercicio físico también nos hace subir de peso, al fin y al cabo no quemamos las calorías que consumimos;
  • Trastornos hormonales: se trata de casos más concretos que conviene tratar con especialistas.

Consecuencias de la obesidad infantil

Los niños obesos pueden tener una salud muy comprometida, creando tendencias a desarrollar problemas como diabetes tipo 2, hipertensión, colesterol alto, tasa alta de triglicéridos, etc. Estas complicaciones de la obesidad pueden proporcionar a los niños:

  • Problemas de huesos y articulaciones;
  • Dificultad para respirar y cansancio al realizar actividades físicas.
  • Cambios de sueño;
  • En el caso de las niñas, la menstruación puede llegar antes provocando maduración prematura, ciclos irregulares, etc.;
  • Problemas cardiovasculares;
  • Trastornos del hígado;
  • Desánimo, cansancio, depresión;
  • Ansiedad;
  • Problemas de autoestima;
  • Trastornos alimentarios (como anorexia y bulimia);
  • Problemas cutáneos (piel);
  • Diabetes;
  • Obesidad en la vida adulta.

Tratamiento para la obesidad infantil

La principal preocupación de los padres es saber cómo tratar la obesidad infantil. El tratamiento debe hacerse con mucha precaución, porque además de complejo, los pacientes son niños, lo que requiere aún más atención y cuidados.

El tratamiento de la obesidad infantil debe realizarse con la ayuda de un especialista: puede ser un pediatra, endocrinólogo, nutricionista o nutricionista. El especialista hablará con los tutores y el niño para comprender mejor la rutina, los hábitos alimenticios y otros detalles para que se pueda hacer un diagnóstico más específico y se pueda derivar al niño para un tratamiento más efectivo.

Existen varias opciones de tratamiento para la obesidad infantil, según el nivel de exceso de peso (es decir, la gravedad de la enfermedad). En el caso de los niños que tienen un ligero sobrepeso, a menudo se indica el mantenimiento del peso, ya que el crecimiento del niño puede reducir el índice de masa corporal sin tener que perder peso.

Los niños con obesidad en un nivel superior, ya instalados, en riesgo de desarrollar otras enfermedades, deberían perder peso, de una manera saludable, por supuesto. Esta pérdida de peso debe ser lenta y constante para que no perjudique la salud del niño. Para ello, los métodos indicados son los mismos que para un adulto, es decir: una dieta saludable y una rutina de ejercicios.

Alimentación

Es fundamental que se reduzca el consumo de azúcares y carbohidratos simples. Para ello, es muy importante intercambiar alimentos refinados por cereales integrales, limitar el consumo de bebidas azucaradas (como las gaseosas) e invertir en frutas y verduras. Otras medidas importantes a tomar son: evitar las comidas rápidas (leer más sobre el peligro de este tipo de alimentos), galletas, galletas, platos preparados y alimentos instantáneos.
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Cambiar la dieta de tu hijo puede resultar complicado, sobre todo al principio, pero debe haber persistencia y adopción de medidas que faciliten este proceso. Es necesario que usted y toda su familia se involucren en cambios de hábitos, después de todo, ¿qué credibilidad tendrá al enviar a su hijo a comer brócoli si su plato está lleno de papas fritas?

También es muy útil aprender a lidiar con la "rabieta" que puede hacer. Se recomienda que seas firme, hables con el niño y le expliques las ventajas de ese alimento. No luche ni fuerce a su hijo a comer nada, pero tampoco se rinda y le dé otros alimentos (especialmente uno que no sea saludable). Como último recurso, guarde la comida y ofrézcala nuevamente cuando el niño tenga hambre. Lo ideal en tales casos es simplemente no comprar alimentos que el niño con obesidad infantil no deba comer.

Presentar la misma comida de diferentes maneras también puede ayudarlo a convencer a su hijo de que coma verduras. Por ejemplo: si a su hijo no le gusta la zanahoria cruda que ve en la ensalada de inmediato, puede cocinarla y ponerla sobre arroz o algún otro plato. No hacer mucho ruido al introducir un nuevo ingrediente en la dieta de su hijo, simplemente cocinarlo y ponerlo en la mesa mientras todos comen juntos también es un consejo que puede ser útil. Si los padres le dicen mucho a su hijo que va a probar un nuevo menú, pueden terminar generando una expectativa además de eso y dificultar la aceptación.

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Práctica de ejercicio

La introducción a la práctica de los ejercicios debe realizarse de la forma más natural y progresiva posible, ya que de ser forzada puede asustar y traumatizar al niño, haciéndolo alejarse aún más de este tipo de actividad. Busque actividades con las que el niño se pueda identificar, como andar en bicicleta o caminar al aire libre, jugar en parques de diversiones, practicar un arte marcial, entre otras. Convertirlo en una rutina familiar o, en el caso de los adolescentes, invitar a los amigos de su hijo a participar es una buena forma de animarlo.

Tenga cuidado de no presionar demasiado a su hijo y concéntrese en hacer que esta rutina de ejercicios sea agradable y divertida. Por eso, tampoco se recomienda fomentar las competiciones, todos deberían participar, pero de igual manera y en broma. Las competiciones pueden acabar desanimando al niño.

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¿Cómo prevenir la obesidad infantil?

Las formas de prevenir la obesidad infantil son diversas, pero en general todas consisten en una dieta regulada y una rutina de ejercicios equilibrada. Sin embargo, los estudios indican que puede haber un vínculo entre el tiempo de lactancia y las tendencias del niño a volverse obeso: cuanto más tiempo se amamanta al niño, es menos probable que sea obeso. Programar citas regulares, al menos una vez al año, con endocrinólogos y nutricionistas lo ayudará a asegurarse de que su hijo esté sano. Recuerda, también, ser un buen ejemplo y cuidar tu propia dieta y rutina de ejercicios y nunca usar la comida (principalmente snacks y dulces) como moneda de cambio - es preferible hacerlo con dinero, por eso ya enseñas nociones de educación financiera.

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