La orina utilizada como fertilizante mejora la producción de los agricultores del Himalaya

La simple actitud de separar la orina de las heces hizo posible utilizar el líquido como fertilizante, lo que aumentó el tamaño de las verduras.

Uno de los retos de nuestra vida diaria es reducir la producción de residuos. La preocupación por los residuos reciclados ya está muy extendida, pero pocas personas están preocupadas por la disminución del volumen de aguas residuales domésticas. Una alternativa es la transformación de aguas residuales en agua para su reutilización, pero este proceso es caro y los subproductos a veces pueden ser tan contaminantes como las propias aguas residuales. Environmental Health News publicó una solución simple que un agricultor de Nepal desarrolló a partir de la iniciativa de la Fundación DZI para construir letrinas para los residentes en la región del Himalaya.

El granjero Budhiman Tamang fue el único en su aldea que optó por una letrina llamada "inodoro ecológico", que separa la orina de las heces. Si la orina no tiene contacto con las heces, puede usarse como fertilizante porque contiene agua mezclada con fósforo y nitrógeno, así como otros nutrientes que pueden ser absorbidos rápida y fácilmente por las plantas. La aplicación de orina humana como fertilizante duplicó el tamaño de las coles producidas por Tamang (ver foto abajo), sin costo alguno.

En 2006, la Organización Mundial de la Salud (OMS) realizó una encuesta para evaluar si este tipo de manejo puede ser perjudicial para los consumidores. El resultado demostró que el uso de la orina es seguro, incluso si tiene algunos restos de hormonas y medicamentos, siempre que se use solo en el suelo y no en las hojas de la planta. El único problema es que, con el tiempo, esta técnica hace que el suelo se vuelva alcalino, dificultando la absorción de nutrientes por parte de la planta.

En Brasil, la solución pasa a través de biosólidos

Otra iniciativa interesante para la reducción de residuos cloacales es el biosólido promovido por Sabesp en la unidad Franca, en el interior de São Paulo, que utiliza los lodos provenientes del tratamiento de aguas residuales como fertilizante. Como en el caso de la orina, este fertilizante no puede utilizarse en alimentos que se consuman crudos o que estén en contacto directo con el suelo, como patatas y zanahorias.

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